La fibromialgia (FM) ha sido y sigue siendo en la actualidad una enfermedad estigmatizada, controvertida, muy poco reconocida y aceptada. Además, supone enormes costes tanto directos (atención médica, prescripción de medicamentos) como indirectos (absentismo laboral, pérdida de trabajo, etc.) que suponen un gasto mundial de 11.000 millones al año. No solo existe un coste económico tras la enfermedad también hay vidas que se ven truncadas por la gran discapacidad que provoca la enfermedad, la invisibilidad y negación popular que se cobra un coste humano muy difícil de subsanar. La enfermedad no es mortal pero más de una persona con ella te dirá que ha sentido que moría en vida o le han diagnosticado la enfermedad diciéndole que no se muere, pero sí se morirá de dolor toda su vida.
Es una enfermedad compleja caracterizada por dolor musculoesquelético crónico generalizado con un aumento de la sensibilidad al dolor incluyendo alodinia (percepción de dolor sin un estímulo nociceptivo) e hiperalgesia (respuesta aumentada de dolor ante la nocicepción), pero sin una patología o daño físico conocida. Generalmente se acompaña de múltiples síntomas como la fatiga persistente, la rigidez, los trastornos del sueño, la ansiedad, la depresión o los problemas cognitivos. Es decir, la persona con la enfermedad puede sentir dolores generalizados por todo el cuerpo sea por realizar el esfuerzo de caminar durante unos minutos, por lavarse el pelo o por estar simplemente sentada en una silla. Estos dolores se sienten a pesar de no tener un daño físico objetivable, es decir, una lesión o no tener una herida sangrando, un hueso roto o haber recibido un golpe ya que no hay daño físico.
En España hay aproximadamente 1.117.368 personas con fibromialgia . Un número que no es solo un número: son personas.
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